Una nueva investigación de diminutas conchas del Cámbrico ha despertado entusiasmo entre los expertos que estudian cómo cambió la vida cuando los animales, tanto depredadores como presas, se expandieron por primera vez en número y variedad.
Investigación publicada en Biología actualSe centra en fragmentos de caparazones de pequeños animales relacionados con los braquiópodos.
Estos restos antiguos procedían del océano que ahora cubre el sur de Australia. Las conchas están plagadas de pequeños agujeros que deben haber sido hechos por alguna criatura marina desconocida hace 517 millones de años.
Agua cámbrica y conchas de presa
La explosión del Cámbrico fue una fase de la historia de la Tierra durante la cual muchos grupos de animales aparecieron en el registro fósil en un corto período de tiempo.
Comenzó hace aproximadamente 541 millones de años e introdujo una increíble diversidad de organismos con caparazones, espinas y otras estructuras protectoras. Sin embargo, los expertos se preguntan cómo estas características protectoras se desarrollaron tan rápidamente.
¿Los depredadores obligaron a sus presas a fortalecer sus caparazones y adaptarse? ¿O los cambios ambientales han dado lugar a una amplia gama de nuevos rasgos en la vida marina?
Después de debatir estas cuestiones durante décadas, los expertos ahora señalan el daño del nuevo proyectil como posible evidencia de una rápida reacción entre los atacantes y las criaturas a las que apuntan.
Los poros del caparazón revelan interacciones depredador-presa
Esta nueva mirada a las conchas fue dirigida por Russell Bicknell del Museo Americano de Historia Natural.
Bicknell se asoció con colegas de la Universidad de Nueva Inglaterra y la Universidad Macquarie para estudiar especies de armaduras pequeñas del Cámbrico. Lapwerthella fasciculata.
Los fragmentos de concha varían desde un tamaño ligeramente mayor que un grano de arena hasta el tamaño de una semilla de manzana. Los investigadores identificaron más de 200 piezas con pinchazos que parecían haber sido producidos por un depredador parecido a un gusano o un caracol.
Con el tiempo, los caparazones se vuelven más gruesos y fuertes, lo que indica una respuesta más rápida. l. fasciculada Para protegerse.
La evidencia revela ataques a presas descascaradas
El equipo examinó los restos fósiles en diferentes momentos de la historia del Cámbrico. Descubrieron que los agujeros en las conchas aumentaban gradualmente en frecuencia a medida que las paredes de las conchas se endurecían en la pequeña ventana.

«Las interacciones depredador-presa a menudo se citan como un factor clave de la explosión del Cámbrico, especialmente en relación con el rápido aumento de la diversidad y abundancia de organismos biomineralizantes durante este tiempo. Sin embargo, falta evidencia empírica que demuestre que las presas respondieron directamente a presa y viceversa», dijo Bicknell.
Velocidad de ajuste impredecible
Los científicos han sospechado durante mucho tiempo que los primeros animales desarrollaron nuevas defensas para mantenerse al día con la evolución de los depredadores. Este cambio se describe a menudo como una carrera armamentista porque cada mejora de un lado empuja al otro a responder.
Lo notable es lo rápido l. fasciculada logró aumentar el espesor de su caparazón. En unas pocas generaciones, el depredador debe haber desarrollado la capacidad de penetrar caparazones más fuertes.
Según un estudio de 1987, la vida paleozoica temprana experimentó varias diversificaciones, impulsadas en parte por la creciente invasión de los ambientes marinos.
Pequeñas conchas, grandes efectos.
Las diminutas conchas abren una ventana a las luchas diarias de criaturas que alguna vez vivieron en mares poco profundos repletos de nuevas formas de vida.
Estos hallazgos añaden peso a la hipótesis de que los encuentros entre pequeños depredadores y sus presas influyeron en la rápida propagación de rasgos defensivos como los caparazones duros en el Cámbrico Inferior.
Una cáscara gruesa puede significar la diferencia entre la vida y ser comido. Algunos científicos proponen que estas interacciones depredador-presa pueden haber dado forma a comunidades marinas más tempranas de lo que se pensaba anteriormente.
Llenando vacíos en el registro fósil
Los fósiles del Cámbrico no siempre son fáciles de interpretar.
Los organismos de cuerpo blando rara vez están bien fosilizados y los fragmentos esqueléticos a menudo aparecen en fragmentos dispersos a través de la roca sedimentaria. Muchos expertos han luchado por determinar exactamente qué depredadores podrían haber vagado por estas aguas.
Conchas perforadas por l. fasciculada Proporcionan pistas valiosas porque están lo suficientemente bien conservadas como para mostrar signos inequívocos de perforación o perforación.
Estas marcas son realmente interesantes para comprender cómo los caparazones y las herramientas depredadoras evolucionaron al unísono.
Por qué es importante para la caza de conchas de hoy
La protección de las conchas sigue siendo importante en los océanos modernos, desde las almejas hasta los caracoles. Cuando los investigadores observan cómo los animales del Cámbrico desarrollaron sus caparazones, ven patrones que coinciden con la dinámica moderna.
Por ejemplo, los cangrejos a menudo se alimentan de presas con caparazones, y esas presas pueden cambiar sus propias estrategias de crecimiento en respuesta.
Una mirada a estos antiguos proyectiles confirma que este tira y afloja entre atacantes y defensores no es nada nuevo. Aunque se necesitan más inventos, hace 500 millones de años la supervivencia dependía de qué tan bien se afrontaba la amenaza interminable de convertirse en la comida de otra persona.
Conexiones con preguntas evolutivas más amplias
Los caparazones fósiles nos dicen que la rápida propagación de los animales en la explosión del Cámbrico implicó un tenso duelo entre quienes cazaban y quienes intentaban evitarlo.
Esta nueva investigación destaca que la caza furtiva es más que un encuentro violento; Es una fuerza poderosa que empuja a los organismos a adaptarse de maneras sorprendentes.
Los científicos buscan evidencia similar en otros grupos de animales primitivos. El trabajo futuro puede cerrar las lagunas en nuestro conocimiento sobre quién atacó a quién en esos mares antiguos y con qué rapidez respondieron los defensores.
El estudio fue publicado en la revista Biología actual.
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